¿Quién se imaginó un objeto de metal volando por el aire para transportar de algún punto del planeta a otro a cientos de personas al mismo tiempo? ¿Quién visualizó un barco flotando sobre el mar recorriendo largas distancias? El drenaje, el sistema de electricidad o las carreteras son parte de nuestra vida cotidiana, pero no siempre han existido, sino que a través del tiempo el nacimiento de estas maravillosas ideas fueron volviéndose realidad.
En la antigüedad las personas ni si quiera podían asimilar lo que actualmente tenemos el privilegio de ver con nuestros propios ojos. Gracias a la gran capacidad del ser humano de innovar existen todo tipo de cosas que hacen más cómoda la vida humana, entre ellas se encuentran los medios de transporte, que en este caso hablaremos de uno en especial: el Metro.
En el año 1843, al ver el aumento de la población en la Metrópolis londinense, Charles presentó la idea de un transporte subterráneo que agilizara la movilidad urbana. Pero así cómo presento su idea, fue así como la rechazaron. Hasta se tomaron con humor la idea de transportar gente por debajo de la tierra, no lo podían concebir.
Sin embargo, entre el debate que generó esta propuesta durante diez años finalmente decidieron emprender este proyecto que revolucionaria el sistema de transporte para siempre. En enero de 1863, el Metro de Londres llamado Metropolitan Railway quedó escrito en la historia como el primer subterráneo en el mundo. Aquél día comenzó en función la primera línea de metro con locomotoras de vapor que recorrían seis kilómetros. Tristemente el que dio inició a todo esto no pudo ver su sueño hecho realidad, pues falleció un año antes de que el Metro de Londres empezara sus servicios.
La situación en México:
En 1969 México inaugura el Sistema de Transporte Colectivo, casi un siglo después del primer Metro de Londres. Estuvimos atrasados 100 años con respecto al primer mundo. “El Gusano Naranja”, como muchos lo conocen, llegó a satisfacer la demanda de la población en cuanto al transporte, pues en la ciudad había aproximadamente cuatro millones de habitantes y los autobuses no se daban abasto.
El Ingeniero Bernardo Quintana fue el iniciador de todo, realizó estudios de infraestructura para posteriormente elaborar un proyecto para la implementación de un medio de transporte masivo. Las propuestas para su construcción fueron insistentes, sin embargo, siempre eran rechazadas debido a que el gobierno no podía pagar el dinero que se requería, aparte que es un lugar sísmico y las características del suelo no favorecían para su arranque.
En el mismo año de la inauguración del Metropolitan Railway, Nueva York también estrenó este medio de trasporte, siguiendo con Budapest y Gasglow, Escocia. No fue sino hasta el siglo XX cuando el subterráneo fue expandiéndose en Latinoamérica; Argentina es el país pionero en América del Sur, siendo sede del metro Buenos Aires en el año 1913.
No fue sino hasta la administración del Presidente Gustavo Díaz Ordaz que dio luz verde al ver la necesidad de nuevas rutas de movilidad, y gracias al crédito otorgado por el gobierno francés, fue como comenzó la implementación del proyecto.
En abril de 1967 por orden presidencial se creó el Sistema de Transporte Colectivo, un organismo público descentralizado, para construir, operar y explotar un tren rápido subterráneo como parte del transporte público del Distrito Federal. Y el 19 de junio del mismo año inicio la construcción del primero Metro subterráneo del país, liderado por el arquitecto Ángel Borja Navarrete.
Como conclusión: el metro es de todos y para todos. El gusano naranja no hace exclusión de nadie, trabaja los 365 días del año para llevar a miles de personas diariamente a sus destinos, miles de historias se entrecruzan, es un cúmulo de sueños y de frustraciones, de alegrías y de tristezas. La mancha naranja se ha vuelto un lugar de autorreflexión para los pasajeros, de ver otras vidas, es un lugar de encuentro con el otro pero sobre todo, contigo.